El juego en tercera edad cumple una función social y cultural, ya que permite sentir el placer de compartir juntos una actividad común, satisfacer los ideales de expresión y de socialización. También nos lleva a la obtención de placer y bienestar corporal y mental.
Jugando logramos:
• Canalizar nuestra creatividad.
• Liberar tensiones y/o emociones.
• Orientar positivamente las angustias cotidianas.
• Reflexionar.
• Divertirnos.
• Aumentar el número de amistades.
• Acrecentar el acervo cultural.
• Comprometernos colectivamente.
• Integrarnos y predisponernos a otros quehaceres de la vida.
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